top of page
Buscar
  • laugargarella

EL REY JUAN CARLOS


Estoy en mis treintaytantos y estoy trabada con un guión. Entiendo el clima que quiero, veo la atmósfera, voy saboreando el tono, pero el argumento en sí no aparece. Solo tengo el nombre de un personaje. En realidad el apellido. Y es muy raro que yo ponga apellidos a los personajes. En realidad siempre juego con el nombre pero sólo el nombre. Acá no sólo tengo el apellido sino que tengo un apellido inglés. Aún más raro. Porque es un tipo de Buenos Aires... por qué se apellidaría "Goodman" como le puse? (sí, ok, puede pasar pero no es el apellido más común para un porteño) Sin embargo, no sé porqué, en mi cabeza flotan insistentes esas letras. Goodman. Y una historia que transcurre de noche, en una atmósfera sexy, como de algún club de jazz. Tengo poco más que eso. Siempre que empiezo a escribir una historia busco 2 cosas: un nuevo cuaderno y música para hacer ese "viaje". Y nunca es cualquier cuaderno ni es cualquier música. Me gusta descubrir cosas nuevas. No voy a los músicos conocidos. Me muevo por pura intuición (como en todo). Tiene que ponerme en el tono emocional de la historia y es lo que más me funciona. Pero acá no la encuentro. No la oigo. Tengo el cuaderno y el resto.... "Goodman". Me canso de estar trabada. Me enojo. No arranco. Quiero revolear la proto-historia por el aire. Voy caminando la mañana siguiente a querer dejar todo ofuscada hacia el bar cuando escucho un: "Laura!!! Laura!! Vení!". Es Juan Carlos, el kiosquero, que desde la vereda de enfrente hace señas parecidas al del aeropuerto que ayuda a estacionar los aviones. "Venì que tengo algo para vos". Cruzo. Un poco apurada porque quiero llegar a escribir (a no-poder-escribir-pero-intentarlo) Si todo mi barrio fuera una pista de baile, Juan Carlos sería el DJ. Cuando pasás por su puerta te cambia el paso, te obliga a ir a ritmo, te altera el andar con una bossa, con la mejor música que pueda haber. Le digo "tenés que escuchar el último de Ligia...", y él ya lo conoce. Se sabe todas. Pero además es un "picaflor". Me piropea y después me cuenta de sus novias (así en plural). Las renueva. Cuando le pregunto por Carla él ya va por Marta, y si le mando saludos a Marta él me corrige con un "Ester. Marta se puso un poco cargosa". Hasta hace poco atendía el kiosco junto a su esposa. Una mujer hermosa, que llevaba siempre los labios de rojo, hasta que enfermó. Juan Carlos va para adentro y vuelve con un CD envuelto en un sobre improvisado con una hoja tamaño carta. En birome, afuera, anotó la lista de todos los temas. Es un regalo. No es la primera vez que JC me regala estas cosas. Siempre me sorprende con algún Cd buenísimo que él graba (seleccionando los temas, no grabando así en bloque). Porque así es él. Me lo mete de prepo en las manos y me dobla los dedos cerrándolas, como hace también con las golosinas, antes de que yo diga "no, no qué hacés?". El las empuja como si me las fuera a pegar en la palma, como si me estuviera pasando droga y como diciendo "te las quedás, vía, adiós". No hay retorno. Y entonces agrega: "el tema 4 sos vos". Yo quedo intrigada mientras me voy y él se queja porque no me quedé a tomar mate. Resulta que justo ahí frente al kiosco tiene dispuestas dos sillas y una pequeña mesita en las que recibe a la gente. Si pasás por ahí y lo ves, te parece un periodista con un programa propio de entrevistas. En esa escenografía él va sentando a sus invitados a los que convida con mate. Son entrevistas íntimas, pienso yo, en plena calle. Mientras me alejo miro el sobre y la lista de temas. Son diferentes intérpretes. Llego por fin al 4 y me quedo parada cuando debería cruzar. El nombre del tema es "BODY AND SOUL". Y el intérprete un tal "Benny GOODMAN". Lamento mi ignorancia pero debo admitir que entonces no lo conocía ni había nunca oído sobre el. Pero ya me parece más que curioso que JC me diga que soy un tema que interpreta alguien con el mismo nombre del personaje sobre el que intento escribir. Coincidencia feliz. Y claro, llego al bar ya desesperada por escucharlo, así que lo busco en youtube y zas! El tema no solamente es hermoso sino que tiene exactamente la atmósfera de esa historia. "Es" la historia. Tanto, que gracias a eso se me destraba mágicamente el bloqueo y termino escribiendo el guión entero de un tirón, escuchando ese tema "en loop", una y otra vez. Vuelvo para agradecerle a Juan Carlos. Le cuento toda la anécodota y también el día feliz en que alguien me compra esa historia tiempo después (escribo muchas veces guiones así, sin saber si alguien los va a querer, sólo por creer en esos cuentos). Años más tarde, el guión vuelto película se estrena. Un día paso por la vereda de enfrente y otra vez lo veo, me lo imagino con el chaleco flúo que se usa en la pista del aeropuerto y esa especie de auriculares gigantes, haciéndome señas. Su imagen va así, sin audio, porque voy oyendo otra música. Lo veo agitando los brazos para que yo misma estacione enfrente. Apago la música y cruzo. "Vení que tengo algo para vos". Y me da la entrada del cine, de la función en que vio la película, plastificada y con dedicatoria (algo que debí darle yo a él, pienso ahora). Así es como pasa siempre. Te habla de literatura. Se queja de que no me quede más rato. Dice que está enamorado de mí y de mi hermano porque le encanta leerlo. Siempre sorprende. Los otros días lo veo muy triste. Ya a la distancia se nota. Es un libro abierto. Entonces cruzo esta vez sin que él llame. "Estás bien?" y él no es de dar muchas vueltas. Te estampa la posta en la cara. Te mira fijo, se acomoda los anteojos con un dedo, vuelve a pisar la baldosa como si se afirmara con los dos pies a la tierra, y hace una pausa. "No". No disimula. No caretea. "No aguanto más. Tengo que cerrar". Lo cuento y me vuelve el nudo en el pecho. Hace 15 años que Juan Carlos "vive" puedo decir, más que "atiende", en ese kiosco. Miro el cartel casero entre los Bocaditos Cabsha y el Cofler: "liquidación (de golosinas) por cierre". 'Vení, llevate algo". "No, no, Juan Carlos, pero qué pasó?" El país pasó, pienso yo. Y él me mete de prepo un chocolate gigante en los dedos. "No, no, te lo quiero pagar". "Finíscela, tomátelas". "Y qué vas a hacer?". El se encoge de hombros con ojos mojados y no contesta. Se guarda las manos en los bolsillos y vuelve a afirmar los pies. Recién al rato articula después de varios intentos: "en principio terapia ahí en el Fernández". Y se me vienen miles de imágenes. Esa vereda es su vida. En esa cuadra es el rey. Y desde su cabina de caramelos y galletitas de DJ él da vida también. Ahí digo todas las frases tontas que bienintencionadamente decimos en casos como éste, ó cuando se enferma un pariente, ó cuando a cualquier ser querido le pasa algo malo, algo que no queremos que le pase pero tampoco podamos evitar. Y yo no sé si es que a veces no es mejor callar. O decir sólo "lo siento". O dar un abrazo sincero. Pero de cualquier modo creo que la palabra algo hace. Que aunque caiga en saco roto el contenido, la intención, si es amorosa llega siempre. Y es lo que vale. Le digo esas cosas tontas que sé que no alcanzan y me alejo pensando en que no tengo ganas de chocolate. Querría sólo más música de Juan Carlos para este barrio.

33 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

POSTAS

Lo vi en Tarzán de chica. El modo de cruzar la selva era colgado de lianas. Era saltar de liana en liana. Tener postas. Yo también las...

TELEKINESIS IMPROBABLE

"Clinch clach". ¿Cuántas probablidades hay de que una taza se mueva sola en la cocina mientras estás tirada en tu cuarto? Ninguna (a...

Comments

Rated 0 out of 5 stars.
No ratings yet

Add a rating
Post: Blog2_Post
bottom of page