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  • laugargarella

ODIATE FUERTE


Hoy trabajando en un café, en un momento alzo la vista y veo a una chica de no más de 18 años claramente anoréxica. No de esas chicas flacas que pueden parecer que lo son pero que comen bien. No. Este era a todas vistas un cuerpo hambreado. Un esqueleto con jeans, zapatillas, remera y pelo largo. Pensé que la imagen no me había impactado tanto (lamentablemente no es la primera vez que veo una chica así) y de hecho seguí escribiendo, pero a estas horas la recuerdo y me doy cuenta que aunque no quise seguir mirando, la foto se me adjuntó en las retinas. Era tan chica y estaba en un lugar tan lleno de cosas ricas de las que iba a privarse, en vez de estar disfrutando con su amiga y matándose de risa... Ella no reía. Ella se mataba de hambre. Lo único que recuerdo fue haber pensado: esa chica sufre. Nunca sabemos del sufrimiento de los otros si no lo dicen, a menos que se haga explícito en una expresión, una actitud, en un llanto. Pero el cuerpo de ella en sí era un alma a los gritos. Quizás porque me remite a mis 15 años, o quién sabe, ver chicas de esa edad, en esa condición, es una de las cosas que más me rebelan. Inevitablemente me enoja, me indigna, me apena, me da ganas de agarrar un megáfono y salir a decirles que eran perfectas antes de que se dejaran convencer de lo contrario. Porque más allá de que los trastornos alimentarios sean multicausales (y tengan una matriz en el ámbito familiar) hay una enorme responsabilidad de los mensajes que circulan desde hace años. Y nos afectan a todos, pero aún más a las mujeres, sobre quienes más presión se ejerce, porque durante siglos (y en muchos casos aún hoy) el mayor mandato y/ó la mayor aspiración era (es) ser bellas. De hecho es el halago que más recibimos de niñas, "qué linda" (rara vez un "qué fuerte", "qué valiente", "qué divertida", "qué inteligente"...) Nos bombardean para que no nos gustemos. Nos incentivan a odiarnos. Los mensajes en los medios son feroces. Siempre SIEMPRE somos insuficientes. Estamos incompletas. Desde hace mucho lo pienso pero cada vez lo veo más claro y me subleva comprobar cómo nos meten en la cabeza y hasta los huesos que algo en nosotros/as está mal y tiene que ser reparado. Hay que planchar las arrugas, eliminar los signos de expresión (no es un horror en sí esa frase???), no tener pelos de más ni de menos (según el caso) medir esto, pesar tanto, sacar rollos, celulitis, cicatrices, seguir teniendo 24 aunque hayas cumplido 40... como si todas las marcas de haber vivido debieran avergonzarnos. Es una guerra permanente contra una/o misma/o. Nos educan para sentir pudor por quienes somos, por nuestros supuestos "defectos", para rechazar nuestros cuerpos (que no es otra cosa que rechazarnos). Y lo peor es que demasiadas veces seguimos esos consejos como ovejitas; caemos en la trampa... Compramos ese viaje cada vez más lejos de una/o misma/o, como si fuera un pecado amarnos, vernos con ojos buenos, tener espejos que en vez de escupirnos, aplaudan. Si nos hacen un cumplido lo rebajamos (no vaya a ser cosa que nos agrademos...) En cambio estamos siempre prontos para la crítica, conscientes de que deberíamos cortar acá, inflar allá, levantar aquello, teñir lo otro, con la exigencia de ser Barbies y Kents de carne y hueso (aunque luzcamos tristes. Eso es lo de menos... ) No sé si llegaré a verlo, pero deseo que algún día nos alentemos a celebrarnos de verdad, a disfrutar de nuestros cuerpos, de nuestros rasgos únicos, originales, que nadie más va a tener en toda la historia de la humanidad sobre esta tierra. A festejar la diversidad porque enriquece, en vez de pagar cirugías para uniformarnos (ó deformarnos). Desearía que sobre todo a l@s más chic@s se les aliente a no competir ni compararse, a no seguir modelos inalcanzables, estúpidos, arbitrarios. Que haya chicas de 13, 14, 18 años que en lugar de estar gozando de un sábado a la noche que no va a volver, estén llorando complejos en una cama, vomitando en algún baño y en el peor de los casos muriendo porque alguien les hizo creer que su imagen no era adecuada, no sólo es inadmisible (y hay que decirlo en voz alta): ES PERVERSO. Si hiciéramos una encuesta estoy segura de que más de la mitad de las mujeres se mostraría disconforme con su apariencia ó se avergonzaría de algún rasgo. Y a quién beneficia tanto maltrato? Sólo a empresas que juntan billones contándote que así no estás bien. Que en algo estás fallando. Especialmente las mujeres, parece que siempre, indefectiblemente, estamos fallando en algo (o venimos con fallas de fábrica). Creo que ya va siendo hora de contarnos otro cuento, de decir "GRACIAS, ASI ESTOY BIEN". De decir BASTA.

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